
Lo que me viene a la cabeza en este preciso instante (a la una y pico de la madrugada) es si algún día, estas ganas de superarme que tengo, mi empeño en hacerlo mejor, malabares que he de hacer para poder ir a entrenar, esfuerzo físico que pongo y dolor que padezco muchos días después de los entrenamientos, me servirán para estar a la altura. A la altura de, por ejemplo, hacer una buena clasificación en una carrera como la de este domingo de tan sólo 5k.
Siempre digo que el sentido del ridículo lo perdí hace tiempo, pero también digo que... ante todo: dignidadEn cualquier caso, seguiré entrenando, disfrutando siempre y padeciendo a veces, hasta que supere el umbral en el que mi dignidad como persona o como deportista (aunque sean palabras mayores y no me crea digna de ellas) tenga que mantenerse por encima del límite de hacer el ridículo. Si llega ese momento, tendría que dejar de correr y no me gustaría tener que hacerlo... En definitiva: veremos si el domingo hago el ridi, o no.
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